Ayer, tuve
la ocasión de acudir a la inauguración de la nueva exposición de TOLDOS SALAS,
en Cerdanyola del Vallés.
Los tiempos
que nos toca vivir, no nos tienen acostumbrados a celebraciones de esta índole.
Ello ya de
por sí define con claridad el por qué del título de esta nota.
Está claro
el sentido de la primera palabra. Se trataba de una inauguración. Pero no en su
sentido más intrínseco.
Y es que
TOLDOS SALAS inició su andadura ya hace unas cuantas lunas.
Corrían los
años de la emigración en nuestro país, hacia las zonas más industrializadas.
Con las consecuencias del retraso y el deterioro sufrido tras aquella guerra
fraticida que asoló nuestra patria, las gentes se movían por el territorio en
busca de una vida sostenible, con la intención de sobrevivir a la precariedad,
y con el deber de tirar para adelante el núcleo familiar. Para ello no
importaba el horario laboral ni el esfuerzo que fuere necesario. El futuro era
una quimera, y el jornal, o los jornales, una necesidad.
Así empezó
la vida de TOLDOS Y PERSIANAS SALAS. Así, su fundador, empezó, tras la jornada
laboral que le exigía esfuerzo y dedicación, a reparar e instalar persianas y
toldos.
Eran otros
tiempos, otro modo de hacer, algo que hoy nos parece ya tan lejano…
Pero en toda
situación, en toda etapa, tiene y tendrá lugar, el modo y la forma con la que
se puede dar continuidad a cualquier empresa.
Con ese
ejemplo recibido de su padre, Agustín fue llenando sus bolsillos de
experiencias, de conocimientos revertibles en la profesión. De modos, de
maneras, y sobre todo, de educación y respeto en el trato hacia proveedores y
clientes.
Dicen que
detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer. Pero a mí me parece esta
expresión un tanto sexista. Porque la posición de María, su compañera y pareja,
nunca ha estado ni detrás ni delante, si no bien al lado. Pegada a él.
María y
Agustín se complementan a la perfección. Y entre los dos, el tándem de empresa
ha llevado siempre una velocidad positiva y llena de coraje.
Fue ya hace
unos años cuando apareció en escena un nuevo personaje: Marc. Un joven
emprendedor que inició su relación con TOLDOS SALAS desde la representación
proveedora.
Pero, como
sucede también en ocasiones, esta relación amplió sus horizontes abrazando el
calificativo de amistad.
Y , lejos de
amedrentarse ante el rumbo que iba tomando la situación que nos toca vivir, en
sus cabezas se fue forjando la idea de que había que presentar al cliente una
cara reformada, más actualizada, con ejemplos palpables de modelos y productos
mucho más del momento, y dirigidos a todo el abanico de posibilidades que
pudiese esgrimir el consumidor.
Así, con
valentía, ha tomado vida esta nueva exposición, apoyada también por los
proveedores que han querido participar en este proyecto, a todas luces lleno de
coraje y buenos augurios.
Y es que,
poder estar junto a un relevo generacional, forjado desde la base, con un
resultado eficaz, locuaz y sólido más que evidente; y contar a su vez con un
equipo sólido, cohesionado, profesional, y con unas enormes ganas de trabajar
en pro de la solución más adecuada a las necesidades personales de cada
consumidor, ofrece una garantía elevada de éxito.
Ayer pude
compartir y debatir con todas esas gentes, profesionales del sector, y con
todas las amistades de “la familia SALAS” unas horas de entrañables charlas.
Y también
pude reencontrarme con gentes a las que no tan solo me han unido lazos
laborales, si no también auténticos puentes de amistad y respeto mutuo.
Ayer fue un
gran día. Y desde aquí, hago públicos mis más sinceros deseos de poder seguir
celebrando con María, con Agustín y con Marc, y con todas las gentes que les
rodean y apoyan, muchas más jornadas como la acontecida.
Nueva exposición de TOLDOS SALAS
Recién inaugurada la celebración, con Agustín a la derecha de la imagen
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